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Mostrando entradas de mayo, 2011
Ojalá que nunca me veas llorar lágrimas negras por ti, ojalá que nunca veas como el hielo se derrite, porque estarás indefenso, no conocerás más peligro que el de tus pasos, más frío que el de tus manos, más dolor que el de tu corazón. Cuando abras los ojos conocerás la fuerza de tu poder, del poder que te une a la tierra que pisas. Y por fin entenderás que no hay nada que hacer, que de nada sirven las frases inconexas que acuden a tu mente, cada vez más rápido y siempre sin sentido. Por fin entenderás cómo me siento, abandonada en medio del mar de guisantes, con la única ayuda de una pluma de cristal quebrado y unas cuantas hojas de papel amarillo.

Domingo

Déjame entrar en tus sueños con un silbato de niebla, déjame pasear por el tejado de tus ojos y bañarme a la luz de la luna con los pies descalzos. Cartas de nada vuelan por el aire de otoño, traen noticias de mar adentro, esperanzas de un navío a la deriva mecido por las olas de un pecho palpitante. Hablan de besos perdidos, de amores en quiebra y pasos de huida. Yo las recojo con mis manos de cristal y leo pacientemente los mensajes nunca enviados. El viento aúlla con su voz de perro viejo pero tú estás a salvo en tus sueños, nadando hacia el navío a la deriva, dejándote llevar suavemente por la corriente, muriendo en paz con el ocaso. Sin embargo yo no estoy en tu sueño de despedida, yo agito la mano desde la orilla y veo cómo te alejas de mí para caer suavemente sobre un lecho de tierra húmeda y caliente. Dos lágrimas brotan desde mi ojo derecho que llora por tí y de mi boca sale un beso de despedida que se posa en la comisura de tus labios, que lo agradecen con una sonrisa. Fi