Soy una figura de cristal en medio de un mar de guisantes. Acurrucada, con las rodillas tocándome la barbilla y los ojos cerrados, noto como la brisa me trae el suave olor de los melocotones: aire tibio, aterciopelado y de color naranja. Miles de gusanos de besos recorren mi espalda, picoteándome, haciéndome cosquillas; hasta que llegan a mi nuca y anidan en mi cabeza, formando capullos de seda gris en medio de mi pelo negro. De repente un hormigueo me hace saber que están despertando; mariposas de luz se desperezan, abren sus alas y echan a volar, en una especie de zumbido suave de sabor limón. Mariposas verdes, azules, rojas, amarillas, violetas, de todos los colores se arremolinan en torno a mi cuerpo de cristal para luego elevarse hacia el cielo azul, formando un milón de destellos que ocultan el brillo del sol momentáneamente; desaparecen en medio del aire afrutado para luego traerme notas de música celestial. Claves de sol y compases llegan volando y se precipitan en el mar de