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Historia del amante guisante

A

Estrellas sobre un cielo en penumbras, payasos en una fiesta de cumpleaños con tarta de chocolate y merengue, días de playas de arenas negras, el aroma de la menta, el sabor de las fresas, el olor de los vaqueros nuevos, el sonido de una clase de canto al pasar por la calle, el tacto de una mano que se hunde en un saco de lentejas. Todo esto es lo que me gusta recordar del verano. Me gustaría no acordarme de los malos momentos; ojalá que nunca se hubiese cerrado aquella ventana que hoy ya ni siquiera puede abrirse; qué metáfora más brutal de la muerte. Se marchó de mi vida cerrando la puerta de atrás y dejando pisadas de barro en el salón. Del cielo brotaron enormes lágrimas de cristal que se rompieron al caer pesadamente al suelo. Y en la estantería del fondo comenzaron a crecer telarañas. No puedo escribir los versos más tristes esta noche, pero sí pensar que no la tengo, sentir que la he perdido, oír la noche inmensa y el aullido de los perros en la lejanía, y el verso cae al alma
Soy egoísta, soy curiosa, soy un artista, funambulista, corredor de fondo, feliz y triste a la vez. Soy un pez en una pecera, una tortuga bajo el sofá, un cuento a medio terminar. Tengo ganas de ti, me muero por tus huesos. Soy un globo inflado con la superficie brillante, a punto de estallar. Escribo en mi móvil al mismo tiempo que camino por la calle, si, y es probable que me choque contigo en cualquier momento un día de estos y que te haga daño. Soy una hoja que cae de un árbol por culpa del viento. Estoy en una esquina bajo mi paraguas verde viéndote pasar. Soy un perro apaleado, un día de verano azul, una noche de tormenta. Un camino de baldosas amarillas, tu escudo, tu lastre, tu colchón. Estoy aquí siempre, bajo la lluvia, soy una estatua de sal, un cruce de miradas.
Busco caminos alternativos para llegar a mi destino, un grillo escandaloso me acompaña en mi pasear. El otoño se cuela poco a poco entre las nubes del cielo de verano. Me gusta que la ciudad me regale pedacitos de música que se escapan por las ventanas y que el aire frío a veces me corte los labios. Un perro ladra en una esquina y yo acelero el paso, porque me escapé sin más y tengo que regresar.

TIEMPO

Soy una figura de cristal en medio de un mar de guisantes. Acurrucada, con las rodillas tocándome la barbilla y los ojos cerrados, noto como la brisa me trae el suave olor de los melocotones: aire tibio, aterciopelado y de color naranja. Miles de gusanos de besos recorren mi espalda, picoteándome, haciéndome cosquillas; hasta que llegan a mi nuca y anidan en mi cabeza, formando capullos de seda gris en medio de mi pelo negro. De repente un hormigueo me hace saber que están despertando; mariposas de luz se desperezan, abren sus alas y echan a volar, en una especie de zumbido suave de sabor limón. Mariposas verdes, azules, rojas, amarillas, violetas, de todos los colores se arremolinan en torno a mi cuerpo de cristal para luego elevarse hacia el cielo azul, formando un milón de destellos que ocultan el brillo del sol momentáneamente; desaparecen en medio del aire afrutado para luego traerme notas de música celestial. Claves de sol y compases llegan volando y se precipitan en el mar de
Voy a tratar de pasar desapercibida por aquí, intentando que no me pinchen las lanzas y que no me quemen las lenguas de fuego. No quiero más golpes en la frente, ni más arañazos en la cara, ni más voces en mi cabeza. Voy a intentar que todo salga bien, que si te coges de mi mano tampoco te arañen las ramas por el camino. Intentaré estabilizarme en medio de la tormenta, intentaré que no se rompan las pequeñas alas que me salieron hace poco y que aún están creciendo. Voy a caminar hacia adelante; eso si, pisando con cuidadito, el suelo es muy blando y mis alas muy pequeñas.
Todavía no sé por que rendija te colaste en mí; creía que las había sellado todas, pero me equivoqué. Apareciste un día, poco a poco: primero un brazo, luego un ojo, una pierna, un labio...y te fui recomponiendo despacito en mi interior. Aún lo hago, acabo de empezar, y no creo que llegue a terminar de darte forma nunca; esto está bien, me gusta...

HISTORIA DE UN ABRAZO

Érase una vez un Abrazo huérfano que vagaba sin rumbo fijo por el mundo. Nadie lo veía, nadie se percataba nunca de su presencia, así que no crecía. Tanto se acurrucaba que parecía una pelusa de esas que se posan debajo de los sillones. Vivía con miedo a que lo pisaran o lo barrieran sin más. Esta es su historia: El abrazo una vez tuvo papás. Fue gestado cuando dos personas, ahora no importa quienes, se acercaron mucho la una a la otra y quisieron fundirse en una sola. Ocurrió durante una noche de finales de verano, en una playa, con mucha gente alrededor. Esa noche nacieron muchos más Abrazos, aún se recuerda con nostalgia. Al principio el Abrazo era chiquitito, cálido, suave, recubierto por un fino pelillo blancuzco. Se fue a casa de la mano de sus padres y continuó creciendo, alimentándose de la energía que desprendían aquellas personas que lo crearon. Se hacía grande y fuerte, se convirtió en un Abrazo grandote, sus padres estaban muy orgullosos de él; lo exhibían allí donde iban

Por la mañana

Un par de lágrimas temprano al despertarme, una sonrisa de medio lado al mirar el móvil, más lágrimas tras las gafas de sol mientras conduzco. El tiempo aquí está más frío, me gusta... De nuevo una sonrisa mientras camino hacia la cafetería: café con leche y tostadas, que clásica me desperté hoy. comienzo a escribir estas palabras con mil imágenes que se arremolinan en mi cabeza, como parte de algún tipo de exorcismo, supongo. Entonces llega mi compañera, mi amiga y me saca de mi ensimismamiento; hablamos, nos reímos y terminamos juntas de desayunar. De vuelta a la realidad, al día a día; otra vez toca esconderse en lo más profundo de uno mismo y esperar a que pase el día para poder respirar de nuevo esta noche, deseando que se alarguen las noches de verano http://www.youtube.com/watch?v=uVfz74FayzM&ob=av2e
Poco a poco descubro cómo es la vida a través de tus ojos, cómo el arco iris que una vez sentí ocultarse tras las montañas vuelve a salir. Cada día que despierto a tu lado es más luminoso, más mágico, siempre hay una nueva aventura, otra ciudad de grandes murallas blancas que conquistar. Adoro el espacio inexistente entre tu pecho y el mío cuando nos abrazamos, a tu lado siempre hay ternura, en cada momento, en cada situación, siempre tienes una palabra de amor: la palabra justa, el beso apropiado, la sonrisa acertada, la caricia añorada. Sin embargo, cuando despierto y ya no estás me siento vacía, hundida en el colchón, como con un gran peso que me quiebra el pecho. Eres mi medicina, amor mío, los azucarillos que me dan fuerza para vivir, el jarabe que calma el repiqueteo en mi cerebro, la puerta que deja pasar una corriente de aire que me refresca el alma, las alas de mis pies.
Miedo, angustia, susto, escribir a lápiz, hacer borrón y cuenta nueva. Quererte, odiarte, sufrir hasta más allá de las nubes, hasta el más profundo de los océanos. Volar con alas de papel a ras de suelo, caer incendiada de golpe contra el frío mármol de mi habitación. Cuando sueño todo es grande y silencioso, cuando respiro a tu lado se me quiebra el corazón. Por la mañana lo recojo y lo pego;   y todo esto es tan inconexo… Palabras azules sobre mis pies, un libro amarillo que revienta en mi cama, unos dedos que se desperezan entre mis sábanas. El sol de la mañana entrando por la ventana y los gritos de los niños en la calle; y todo esto es tan salvaje… Respirar a veces duele, dormir a veces no es bueno. Unas copas de más en el balcón, la nieve cae en la nevera. Te cojo de la mano y me miras, nuestros dedos se entrelazan y se sueltan, como si fueran de goma blanda y resbaladiza. Los guisantes crecen por toda la ventana; y a mi me va a estallar la cabeza…
Casi puedo oírte mientras sueñas, mientras recorres el pasadizo de mi mente. Casi siempre tu sonrisa me despierta en medio del silencio, aunque no estés a mi lado. Soy una hoja que se balancea con la brisa y que está a punto de caer. El aire entra por mis venas frío y sanador, sellando de nuevo aquellos huecos donde antes había carne y abriendo caminos cerrados por el olvido. Casi puedo verte cuando miras al horizonte envuelto en llamas; llamas que se desprenden y vuelan por encima de ti y de mi convertidas en pájaros de fuego. Mi mirada salta ahora desde un tejado para estrellarse contra el suelo y quedar rota en mil pedazos de barro y sangre. Mi mirada espera rota a que alguien venga y la recoja, y la tire a la basura, porque es imposible de recomponer. Casi puedo oír tus gritos ahogados en la nada, a merced del negro despertar, escondidos tras el dintel de la puerta. Construyo con mi lápiz realidades paralelas de sueños, viento, lluvia y fuego. Y despierto acurrucada en el borde del

Pedro Páramo

"Me senté a esperar la muerte. Después que te encontramos a ti, se resolvieron mis huesos a quedarse quietos. "Nadie me hará caso", pensé. Soy algo que no le estorba a nadie. Ya ves, ni siquiera le robé el espacio a la tierra. Me enterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos. Aqui en este rincón donde me tienes ahora. Sólo se me ocurre que debería ser yo la que te tuviera abrazado a ti. ¿Oyes? Allá afuera está lloviendo. ¿No sientes el golpear de la lluvia? -Siento como si alguien caminara sobre nosotros. -Ya déjate de miedos. Nadie te puede dar ya miedo. Haz por pensar en cosas agradables porque vamos a estar mucho tiempo enterrados." Pero Páramo. Juan Rulfo.
¿Cómo es tu día a día?, ¿cómo soportas el tedio, la soledad?. La primavera se va y deja tras de sí el calor del sol. Yo antes era un oasis en medio del desierto, hace poco tú eras mi casa, la playa donde me refugiaba en medio de la tormenta. Entre tus brazos encontraba la paz. Sólo cuando dormía a tu lado me abandonaba al sueño más profundo. Ahora he aceptado la idea de que jamás volveré a conciliar el sueño como antes. Las almas gemelas no existen; las almas en pena si. Vuelan por encima de nuestras cabezas sin que sepamos que están ahí, como pequeñas nubecillas grises que de vez en cuando descargan un pequeño rayo que nos taladra el cerebro y el corazón. Las almas en pena tienen alas negras con grandes plumas brillantes.

Mensajes de agua

Este es un mensaje desde la sequía de un cuerpo ajado. Corrompido antaño por tus besos más ardientes. Este es un mensaje desde el dolor más profundo que encierran tus versos. Con el corazón destrozado en un puño y el alma como siempre atada a los pies. Es un mensaje de auxilio desde el desierto que esconde tu sonrisa rota; allí donde el sol abrasa más que en ningún otro sitio. Desde un lugar en sombras que se llama luna llena, con la arena de la playa que no me deja avanzar y el peso del mundo sobre mis hombros dormidos. Un mensaje que esconde muchos mensajes, que derivan en otros mensajes, para seguir haciéndose pequeñitos y terminar convertidos en espuma de mar que se tragará un pez junto con las llaves de tu casa. Y en mi cerebro aparecerá un pájaro con alas gigantescas de color nacarado, que me elevará hacia el cielo para luego dejarme caer en el olvido de las palabras, junto con las hojas de papel que ya no se usan y los bolígrafos gastados, junto a los mensajes que nunca lee
Tristeza infinita sobre la mesa, Gargantas que se desangran Por la flecha maldita de Cupido, El ángel caído. Corazones ardiendo en la papelera. Brazos quebrados Por falta de abrazos, Miradas que se pierden buscando La Palabra. ¡Cómo puedes seguir viviendo en nombre del Amor, Infierno, Si amar es morir en vida, Vivir muriendo!

Reflexiones estúpidas

Vuelo con la mirada perdida más allá de las nubes, hoy el sol me molesta, me hace llorar. Cuando estoy en paz las palabras no acuden a mi mente con tanta facilidad como me gustaría; se vuelven perezosas, parece que les cuesta salir de su escondite. Pero ahí están, siempre permanecen latentes en mi mente, adormecidas hasta que las necesito. Tengo los labios secos, será por culpa del frío. Vuelvo a mirar por la ventana; las nubes siguen ahí debajo, deshilachadas, dejando ver el mar azul más abajo aún. Parece todo tan pacífico aqui arriba. Definitivamente este está siendo un invierno muy frío, apenas se me calientan los pies. Me gustan los gatos con sus patitas de gomaespuma, parece que botan cuando andan... 3-2-11 Tf-Gc
Mi mente es un collage, está llena de ilusiones que se desvanecen; en ocasiones la llena un vacío polar, frío, cortante; pero otras veces se hincha de emociones y parece que va a explotar. La mente es un misterio para el alma, y el alma es un misterio para mi. Recorro tu espalda con mi dedo y me detengo en el hueco de la clavícula. A veces me gustaría ser muy pequeña para acurrucarme en la palma de tu mano y que sean tus pasos los que me lleven a través de la niebla. Siento tu aliento cómo susurra en mi nuca las palabras del viento, mientras tú das media vuelta y recoges los cristales del suelo. Cierro los ojos y ante mí se abre una vasta extensión de nieve y yerba gris, el cielo se viene contra mi y de pronto estoy cayendo en medio de miles de flores de algodón. Cuando regreso siento cómo me lames las heridas con tu lengua de trapo, y un pájaro se agarra del alféizar de la ventana para no caerse. La chimenea escupe fuego y el corazón cada vez late más deprisa; los músculos se tens
Ojalá que nunca me veas llorar lágrimas negras por ti, ojalá que nunca veas como el hielo se derrite, porque estarás indefenso, no conocerás más peligro que el de tus pasos, más frío que el de tus manos, más dolor que el de tu corazón. Cuando abras los ojos conocerás la fuerza de tu poder, del poder que te une a la tierra que pisas. Y por fin entenderás que no hay nada que hacer, que de nada sirven las frases inconexas que acuden a tu mente, cada vez más rápido y siempre sin sentido. Por fin entenderás cómo me siento, abandonada en medio del mar de guisantes, con la única ayuda de una pluma de cristal quebrado y unas cuantas hojas de papel amarillo.

Domingo

Déjame entrar en tus sueños con un silbato de niebla, déjame pasear por el tejado de tus ojos y bañarme a la luz de la luna con los pies descalzos. Cartas de nada vuelan por el aire de otoño, traen noticias de mar adentro, esperanzas de un navío a la deriva mecido por las olas de un pecho palpitante. Hablan de besos perdidos, de amores en quiebra y pasos de huida. Yo las recojo con mis manos de cristal y leo pacientemente los mensajes nunca enviados. El viento aúlla con su voz de perro viejo pero tú estás a salvo en tus sueños, nadando hacia el navío a la deriva, dejándote llevar suavemente por la corriente, muriendo en paz con el ocaso. Sin embargo yo no estoy en tu sueño de despedida, yo agito la mano desde la orilla y veo cómo te alejas de mí para caer suavemente sobre un lecho de tierra húmeda y caliente. Dos lágrimas brotan desde mi ojo derecho que llora por tí y de mi boca sale un beso de despedida que se posa en la comisura de tus labios, que lo agradecen con una sonrisa. Fi