Antes solía escribir. Ahora hay una presión en el pecho que me tiene la lengua y las manos atadas y no me deja. A veces me suelta un poquito y puedo decir algo aun con la boca chiquita; una gotas se desparraman, pero sé que detrás hay un torrente que no puede salir. Quiero abrir la puerta, que salga, que no pare hasta el mar, que se diluya en el agua fría y que las nubes se lo lleven. Pero siempre se queda ahí a medio camino, como con miedo, asustado, cómodo. Y yo siento como un dolor pequeñito en el lado izquierdo, justo debajo de la clavícula que no me deja en paz, que me acecha por las noches y no me deja dormir, como un puñal clavado apenas en medio de las costillas, y quiero abrirme, desperezarme o despertarme, depende del corrector, pero no puedo. Y quiero nadar, que el agua fría me anestesie igual que a veces lo hace el aire frio de mi ciudad cuando en invierno me bajo del coche y respiro por la boca, pero no puedo. Y quiero llorar, a veces todo un mar, a veces sólo un poco, per
Comienzo por describir: la noche caliente, oscura, las luces titilan a lo lejos, la puerta de la terraza abierta y yo sentada en el suelo con una libreta grande y un rotulador que hace de todo menos escribir bien. Es fucsia. Ella duerme en su cuna, él cambia de canal en silencio, yo trato de volver a escribir. Él me mira de vez en cuando pensando en qué estaré pensando, sobre qué estaré escribiendo, por qué ahora, después de tanto tiempo. Sigo describiendo: de fondo se escucha el eco de una melodía, vasos entrechocando y algún coche que pasa por la calle. Es un piso alto, así que es bastante silencioso. Los vecinos en verano se portan bien, aunque por regla general no tenemos queja. Me gusta mucho cuando se oye a una chica cantando, debe ser de algún bar de los alrededores, y me gusta mucho que ahora esté abierta la puerta de la terraza y que haga calor. Es una ciudad fría y húmeda. Vengo de darme un baño en la playa. Era muy de noche y estaba muy oscuro. No sé por q