Antes solía escribir. Ahora hay una presión en el pecho que me tiene la lengua y las manos atadas y no me deja.
A veces me suelta un poquito y puedo decir algo aun con la boca chiquita; una gotas se desparraman, pero sé que detrás hay un torrente que no puede salir. Quiero abrir la puerta, que salga, que no pare hasta el mar, que se diluya en el agua fría y que las nubes se lo lleven. Pero siempre se queda ahí a medio camino, como con miedo, asustado, cómodo.
Y yo siento como un dolor pequeñito en el lado izquierdo, justo debajo de la clavícula que no me deja en paz, que me acecha por las noches y no me deja dormir, como un puñal clavado apenas en medio de las costillas, y quiero abrirme, desperezarme o despertarme, depende del corrector, pero no puedo.
Y quiero nadar, que el agua fría me anestesie igual que a veces lo hace el aire frio de mi ciudad cuando en invierno me bajo del coche y respiro por la boca, pero no puedo.
Y quiero llorar, a veces todo un mar, a veces sólo un poco, pero estoy tan cansada que no puedo.
https://youtu.be/_EXUe6Vchr4
Soy egoísta, soy curiosa, soy un artista, funambulista, corredor de fondo, feliz y triste a la vez. Soy un pez en una pecera, una tortuga bajo el sofá, un cuento a medio terminar. Tengo ganas de ti, me muero por tus huesos. Soy un globo inflado con la superficie brillante, a punto de estallar. Escribo en mi móvil al mismo tiempo que camino por la calle, si, y es probable que me choque contigo en cualquier momento un día de estos y que te haga daño. Soy una hoja que cae de un árbol por culpa del viento. Estoy en una esquina bajo mi paraguas verde viéndote pasar. Soy un perro apaleado, un día de verano azul, una noche de tormenta. Un camino de baldosas amarillas, tu escudo, tu lastre, tu colchón. Estoy aquí siempre, bajo la lluvia, soy una estatua de sal, un cruce de miradas.
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