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Incongruencias

La ceguera de unos, la felicidad de otros, los viajes, los cambios, la espera, la lenta asimilación.
Las veces que nos vimos a solas en el cuarto de la costura, la felicidad de no verte más, de saber que estarás bien, a salvo, protegido.

El tiempo que pasa cada vez más rápido en el reloj de la cocina, las naranjas que se pudren en el frutero.

A veces creo que puedo con todo y me subo a la escalera más alta a cambiar la bombilla más rebelde, pero caigo sin remedio sobre mis rodillas.

Los pasos de puntillas sobre el suelo frío para no despertarte, los árboles que lloran cuando tropiezo y sacuden sus ramas de alegría en mi ventana cuando me río.
La certeza de tenerte, el miedo al vacío, el olor que desprendes a mi lado por las noches y que me trae recuerdos del verano, del mar, del sol que quisimos rescatar en enero. La música que nos atrajo, los libros en el salón, las lágrimas que vertimos los dos a mandíbula batiente.

Un torbellino en mi cabeza, a veces más calmado, a veces con una fuerza que ni yo conozco sacude todo a mi alrededor. Mientras yo sigo andando, caminando, corriendo, nadando, tropezando, volando, volviendo a tropezar, levantándome

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Soy egoísta, soy curiosa, soy un artista, funambulista, corredor de fondo, feliz y triste a la vez. Soy un pez en una pecera, una tortuga bajo el sofá, un cuento a medio terminar. Tengo ganas de ti, me muero por tus huesos. Soy un globo inflado con la superficie brillante, a punto de estallar. Escribo en mi móvil al mismo tiempo que camino por la calle, si, y es probable que me choque contigo en cualquier momento un día de estos y que te haga daño. Soy una hoja que cae de un árbol por culpa del viento. Estoy en una esquina bajo mi paraguas verde viéndote pasar. Soy un perro apaleado, un día de verano azul, una noche de tormenta. Un camino de baldosas amarillas, tu escudo, tu lastre, tu colchón. Estoy aquí siempre, bajo la lluvia, soy una estatua de sal, un cruce de miradas.
Miedo, angustia, susto, escribir a lápiz, hacer borrón y cuenta nueva. Quererte, odiarte, sufrir hasta más allá de las nubes, hasta el más profundo de los océanos. Volar con alas de papel a ras de suelo, caer incendiada de golpe contra el frío mármol de mi habitación. Cuando sueño todo es grande y silencioso, cuando respiro a tu lado se me quiebra el corazón. Por la mañana lo recojo y lo pego;   y todo esto es tan inconexo… Palabras azules sobre mis pies, un libro amarillo que revienta en mi cama, unos dedos que se desperezan entre mis sábanas. El sol de la mañana entrando por la ventana y los gritos de los niños en la calle; y todo esto es tan salvaje… Respirar a veces duele, dormir a veces no es bueno. Unas copas de más en el balcón, la nieve cae en la nevera. Te cojo de la mano y me miras, nuestros dedos se entrelazan y se sueltan, como si fueran de goma blanda y resbaladiza. Los guisantes crecen por toda la ventana; y a mi me va a estallar la cabeza…