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A quien quiera leerlo, a mi familia

Hace poco más de un mes sufrimos un golpe muy duro debido a la muerte de uno de mis tíos. La madrugada que lo despedimos vomité lo que voy a compartir en este blog.
Aún con su recuerdo muy presente y con un dolor desgarrador que desconozco si desaparecerá algún día, me apetece dejar salir esto. Lo dicho: no me lo tengan en cuenta, fue escrito en el móvil y a las tantas de la noche.

Permitanme que hoy sea yo la que escriba esto. Permitanme que me rompa en mil pedazos, me debo a mi misma ese lujo.
Todo se ha roto, se nos ha ido un trocito de cada uno de nosotros haciendo un gran escándalo y provocando una ola enorme, que lo va arrasando todo poquito a poco, despacio.
De repente todo ha cambiado y "nosotros, los de entonces, ya no seremos los mismos". Nos toca seguir con nuestra vida, aunque lo creamos imposible. Nos toca, como bien lo dijo ella, mi tía, inventarnos otra vida; agarrar este peso muy fuerte y sujetarnos todos muy fuerte y seguir caminando.
Nos queda, eso si, una mochila enorme de recuerdos, de risas, de momentos increíbles, de experiencias y aprendizaje que nos brindó él: mi tío Luis, el Vera.
29 de junio de 2013

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Soy egoísta, soy curiosa, soy un artista, funambulista, corredor de fondo, feliz y triste a la vez. Soy un pez en una pecera, una tortuga bajo el sofá, un cuento a medio terminar. Tengo ganas de ti, me muero por tus huesos. Soy un globo inflado con la superficie brillante, a punto de estallar. Escribo en mi móvil al mismo tiempo que camino por la calle, si, y es probable que me choque contigo en cualquier momento un día de estos y que te haga daño. Soy una hoja que cae de un árbol por culpa del viento. Estoy en una esquina bajo mi paraguas verde viéndote pasar. Soy un perro apaleado, un día de verano azul, una noche de tormenta. Un camino de baldosas amarillas, tu escudo, tu lastre, tu colchón. Estoy aquí siempre, bajo la lluvia, soy una estatua de sal, un cruce de miradas.
Miedo, angustia, susto, escribir a lápiz, hacer borrón y cuenta nueva. Quererte, odiarte, sufrir hasta más allá de las nubes, hasta el más profundo de los océanos. Volar con alas de papel a ras de suelo, caer incendiada de golpe contra el frío mármol de mi habitación. Cuando sueño todo es grande y silencioso, cuando respiro a tu lado se me quiebra el corazón. Por la mañana lo recojo y lo pego;   y todo esto es tan inconexo… Palabras azules sobre mis pies, un libro amarillo que revienta en mi cama, unos dedos que se desperezan entre mis sábanas. El sol de la mañana entrando por la ventana y los gritos de los niños en la calle; y todo esto es tan salvaje… Respirar a veces duele, dormir a veces no es bueno. Unas copas de más en el balcón, la nieve cae en la nevera. Te cojo de la mano y me miras, nuestros dedos se entrelazan y se sueltan, como si fueran de goma blanda y resbaladiza. Los guisantes crecen por toda la ventana; y a mi me va a estallar la cabeza…